Ruta de los Molinos en Asturias – Sendero entre Historia, Naturaleza y Agua

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Cuando me mudé por primera vez a Asturias, dos amigos locales me presentaron lo que ellos llamaban “la Asturias de verdad” llevándome de excursión por la ribera del Río Profundu. Con sus mellizos y mi hija llena de energía, descubrimos lo que desde entonces se ha convertido en uno de mis lugares favoritos del norte de España: un valle fluvial salpicado de antiguos molinos de agua que parece estar a años luz de las playas y montañas más famosas de la región.

La “Ruta de los Molinos del Profundu” (oficialmente designada como PR-AS-137) sigue el curso del Río Profundu (Río Profundo) a través de un valle frondoso entre Valbúcar, en Amandi, y Buslaz, en Breceña. Para quienes están más acostumbrados a vacaciones en la playa, rutas alpinas o paisajes abiertos, esta experiencia íntima dentro del bosque ofrece un contraste muy especial: una oportunidad de sumergirse en otro tipo de naturaleza, donde las recompensas no vienen de grandes panorámicas, sino de encuentros cercanos y detallados con la historia natural y humana del lugar.

Caminando junto a la cascada

Lo que hace especial a esta ruta no es solo su belleza natural, sino la extraordinaria concentración de molinos de agua que flanquean las orillas del río, testigos silenciosos de siglos de tradición agrícola. Uno de los aspectos más encantadores del recorrido es cómo los molinos van apareciendo a intervalos relativamente cortos, muchos a solo 200–500 metros de distancia, creando un ritmo en el camino: cada nuevo hallazgo nos empuja a seguir adelante para descubrir qué hay tras la siguiente curva.

A lo largo de este tramo de 7,5 kilómetros, se pueden encontrar hasta 22 molinos de agua, la mayoría datados entre los siglos XVIII y XIX, aunque algunas de sus bases probablemente se remontan a épocas aún más antiguas. Hoy se encuentran en distintos estados de ruina pintoresca, pero en su día formaron parte del corazón industrial del campo asturiano. Entre ellos, el Molín d’Arriba destaca por ser uno de los mejor conservados, ofreciendo una visión más clara del mecanismo original de molienda.

Lo que más me fascina es la sofisticación de la ingeniería lograda con materiales tan sencillos. Cada molino desviaba el agua del cauce principal a través de pequeños canales (llamados caces) que dirigían el flujo hacia ruedas de madera conectadas a las piedras de moler. La precisión necesaria para construir estos sistemas utilizando únicamente materiales locales y herramientas manuales parece casi imposible según los estándares actuales.

Beautiful river flowing from the waterfall near Villaviciosa

Según José, un vecino del pueblo de 92 años cuyos ojos brillan al hablar de los viejos tiempos, la mayoría de los molinos funcionaban de forma cooperativa. Una tarde, tomando un café, me contó cómo las familias de las aldeas cercanas traían su grano —principalmente trigo, centeno y maíz— y pagaban al molinero con un porcentaje de la harina obtenida. “Los molineros,” dijo entre risas, “sabían la vida de todo el mundo”, explicando cómo llegaron a ser figuras clave en la vida comunitaria, actuando incluso como banqueros informales y mediadores en disputas vecinales.

Los registros históricos indican que de los 18 molinos documentados, 13 funcionaban bajo lo que los lugareños llamaban el sistema de "vecería", donde varias familias compartían los derechos y responsabilidades de molienda. Los otros cinco eran de propiedad privada y requerían el pago de una "maquila", una porción de la harina producida que se entregaba al dueño del molino.

Muchos de estos molinos aún llevan nombres evocadores, ligados a familias o a características del entorno: Molín de Griselda, Molín del Pitu, o el espectacular Molín de La Peña, que se alza junto a una cascada de cinco metros. Uno especialmente innovador, el Molín de José Xico, fue incluso adaptado para generar electricidad para el caserío cercano de Cayao, un ejemplo asombroso de energía hidroeléctrica en la Asturias rural de principios del siglo XX.

A partir de la década de 1950, la industrialización fue dejando obsoletos la mayoría de estos molinos. El último cerró en 1964, me cuenta José, y desde entonces fueron abandonados poco a poco a merced de los elementos. Este declive coincidió con un fenómeno más amplio de despoblación rural en Asturias, cuando las generaciones más jóvenes comenzaron a emigrar a los centros urbanos. Lo que vemos hoy es el lento proceso de la naturaleza reclamando lo que una vez fue suyo —una transformación que me resulta a la vez melancólica y profundamente hermosa.

La Experiencia del Sendero

El sendero sigue una pendiente suave pero continua a medida que asciende hacia Buslaz, con una inclinación media de aproximadamente un 6%. El desnivel total, de unos 675 metros, se distribuye de tal manera que la mayoría de los senderistas con una condición física razonable no lo encontrarán demasiado exigente. Aproximadamente a mitad de camino del recorrido de ida se encuentra lo que considero el punto culminante de la ruta: una impresionante cascada que cae sobre rocas cubiertas de musgo en el Molín de La Peña, creando un anfiteatro natural de sonido y belleza. Este lugar es perfecto para hacer una pausa, sacar fotos y disfrutar de un picnic rodeado de naturaleza.

Una ruta para todas las estaciones

Lo que siempre me maravilla es cómo esta ruta cambia de carácter con el paso de las estaciones:

  • Primavera tiene un encanto especial: el suelo del bosque se cubre de flores silvestres y los pájaros cantan con fuerza. He llegado a contar hasta 17 especies distintas en una sola mañana de abril. Los magníficos helechos reales (Osmunda regalis) despliegan sus frondas de aspecto prehistórico hasta alcanzar proporciones impresionantes.

  • Verano ofrece una sombra muy agradecida y temperaturas suaves, incluso cuando en Villaviciosa aprieta el calor.

  • Otoño (de finales de septiembre a noviembre) transforma este sendero en un paisaje de fantasía, con una luz dorada que se filtra entre las hojas multicolores y setas que brotan por todas partes. Los molinos, ya de por sí atmosféricos, adquieren un aire casi mítico cuando están rodeados por los colores del otoño.

  • Invierno revela detalles arquitectónicos de los molinos que normalmente permanecen ocultos bajo la vegetación.

Si, como a mí, la fotografía te motiva, la hora mágica es sin duda a primera hora de la mañana, cuando la niebla suele colgarse sobre el valle del río, creando escenas etéreas a medida que la luz del sol atraviesa lentamente el dosel del bosque. He comprobado que la mejor luz suele darse entre las 7:30 y las 9:00, dependiendo de la estación.

Waterfall with a bridge and Molino perfect place for a picnic

Qué llevar en la mochila:

  • Botas de senderismo impermeables (imprescindibles, sin discusión)

  • Bastones de trekking (especialmente útiles en los descensos embarrados)

  • Agua (mínimo 1,5 litros por persona)

  • Un picnic abundante para disfrutar en la zona de la cascada

  • Cámara con objetivo gran angular (para interiores de molinos) y filtro polarizador (reduce reflejos en superficies mojadas)

  • Calcetines de repuesto (el agua siempre encuentra la manera de colarse)

  • Botiquín básico

  • Móvil con el mapa descargado (la cobertura a lo largo del río es muy limitada)

Información esencial

Punto de inicio

La ruta comienza en Valbúcar (Amandi), a unos 7,9 kilómetros de Villaviciosa. Toma la carretera AS-255 (Villaviciosa–Infiesto) y busca un aparcamiento limitado junto a la carretera, cerca del acceso al sendero, marcado por la imponente entrada de piedra de la Quinta La Vega, una finca conocida por su producción ecológica de kiwis desde 1986. El inicio de la ruta se encuentra junto a un puente sobre el río Profundu, que sirve como referencia visual útil.

Alternativa para familias

Si vienes con niños o prefieres una versión más corta del recorrido, puedes conducir hasta la finca de arándanos El Cierrón, situada a unos 2 km del inicio del sendero. Además de ofrecer arándanos excepcionales en temporada, los propietarios están acostumbrados a los senderistas y, si se les pide con amabilidad, suelen permitir aparcar.
Para quienes buscan una experiencia completa de recolección en familia, consulta nuestra guía completa sobre la recogida de arándanos con niños en Asturias, donde encontrarás detalles sobre El Malaín, una finca cerca de Villaviciosa donde los niños pueden recoger, probar y disfrutar de helado artesanal hecho con la cosecha del día.

Distancia y duración

La ruta completa cubre aproximadamente 15 kilómetros en circuito o 14 kilómetros ida y vuelta, y suele tardarse unas 5 horas en completarla, incluyendo paradas para fotos, exploración y almuerzo.

Dificultad

Moderada. Aunque no es técnicamente exigente, el barro persistente, algunos cruces de arroyos y el desnivel acumulado (unos 675 metros con una pendiente media del 6%) hacen que el recorrido sea más exigente de lo que sugieren los números.

Después de la ruta

Tras tu aventura, te recomiendo pasar por Casa Cortina en Amandi, donde la fabada contundente combina a la perfección con su sidra casera (también disponible para llevar). Otra opción es El Zaguán de Pusaki, que ofrece versiones más refinadas de clásicos asturianos. Ambos restaurantes requieren reserva previa.

A medida que aumentan las presiones urbanísticas en Asturias, rutas como esta enfrentan un futuro incierto. Aunque está oficialmente señalizada como sendero de Pequeño Recorrido (PR-AS-137), el mantenimiento es mínimo y la conservación de los molinos es prácticamente inexistente. Varias estructuras que estaban en condiciones aceptables cuando descubrí esta ruta hace solo cinco años, ahora están muy deterioradas.

Esta desaparición lenta del patrimonio agrícola no es exclusiva del Río Profundu. Está ocurriendo en toda la España rural, a medida que las nuevas generaciones emigran a las ciudades y se pierde el conocimiento tradicional. Cada molino que se derrumba representa no solo una pérdida de paisaje, sino también el borrado de una memoria cultural colectiva.

Por eso, por favor: llévate solo fotos y recuerdos, minimiza tu impacto, mantente en los senderos y si ves algún residuo, llévalo contigo.

Sobre Debra

Debra aporta más de 25 años de experiencia en hospitalidad a Asturias Vacations, combinando su pasión por los viajes auténticos con un profundo conocimiento local. Como nuestra navegante cultural, descubre las historias escondidas que hacen de cada rincón de Asturias un destino especial —desde tradiciones ancestrales hasta innovaciones gastronómicas contemporáneas. Cuando no está explorando aldeas remotas o probando los últimos restaurantes recomendados, puedes encontrarla en nuestros apartamentos de Arcenoyu, diseñando itinerarios únicos para quienes buscan una experiencia asturiana genuina.

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